El hábito de estudio en el decreto de reforma de los estudios eclesiásticos de filosofía
Autor:
Juan Martínez Porcell
Localización:
Espíritu: cuadernos del Instituto Filosófico de Balmesiana, ISSN 0014-0716, Año 64, Nº. 149 (enero-junio), 2015, págs. 133-150
Idioma:
Español
Introducción:
Santo Tomás de Aquino sitúa los actos de conocimiento y amor personales en la consideración de la persona como realidad fundamentada en el ser. Toda persona se siente un ser cerrado en sí mismo, inmanente e incomunicable, portador de su propio ser, solo en sus propias decisiones; un ser que asume su propia existencia como una excepción original a la nada. Por otro lado, nuestra inteligencia nos reclama la posesión del ser, de cualquier ser, nuestro ser íntimo, el exterior a nosotros mismos, incluso el de Dios. Nuestra voluntad nos hace señores de nuestra propia actividad y nos ofrece un mundo enorme de posibilidades en las cuales nuestro ser se da a los otros. Pero nuevamente cuanto más se abre la persona y sale de sí misma mayor se vuelve la conciencia de su incomunicabilidad. La persona debe ser considerada metafísicamente como un ente individual, concreto, completo y compuesto.
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